Estimada Zule:
Métete a cuidadora. O a empleada de hogar. Y sobre todo, aprende a leer entre líneas. No te fíes de los rumores. Échale un ojo a todo artículo que hable sobre la inmigración en Italia. Si es que andas por allí, claro.
¡Vaya tortura! Señaladas siempre por agarraros a la vida. Vilipendiadas por mentes celosas y catetas. Perseguidas por no gozar del pedigrí de la riqueza.
Aunque no te sirva de consuelo, he de decirte que a mí también me critican. Pero por nimiedades. Por escribir a personajes de ficción. ¡Ya ves! Yo me carteo con tesoros fílmicos y otros hacen películas de la realidad. Largometrajes en los que no caben medios éticos ni lógicos. O eres bueno o eres malo. O un “malito bueno” si abanicas al señor o limpias el culo a la madre de la señora. Así se las gastan algunos en el país de Berlusconi. Y digo largometrajes porque a la crisis todavía le quedan estrechas rutas por recorrer.
Todavía recuerdo lo que te dijo Caye en Princesas: “Las princesas, lejos de su reino, no pueden vivir. Son tan sensibles que se mueren de nostalgia”.
Cuántos primogénitos de la llana realeza habrá repartidos por el mundo entero. Afligidos por la distancia de su sangre y entumecidos por el vacío de sus bolsillos. Príncipes desterrados por la anarquía del hambre. Y ahora, amenazados por la amnesia histórica.
Sí, Zule. Hay que reconocer que Europa es la que es porque algunos de sus países constituyentes subyugaron en su momento a continentes débiles. Sin irme muy lejos, te recuerdo que España sojuzgó y fue premiosa en muchas tierras extrañas. Aun así, sus habitantes han sido acogidos en momentos difíciles por naciones ajenas. Remitámonos a los años 50 y 60 del pasado siglo. Veamos películas del tipo Un franco, 14 pesetas, filme dirigido por Carlos Iglesias, para darnos cuenta de que, en ocasiones, la ficción ha narrado como nadie muchas realidades -inconscientemente ignoradas- protagonizadas por emigrantes españoles.
¿Cuántas raíces gallegas y españolas cubren el subsuelo de Centroamérica y Sudamérica? ¿Ha olvidado Europa la cantidad de emigrantes que surgieron tras periodos críticos y belicosos como los de los años 1919, 1930 ó 1945? ¿Hemos borrado ya de nuestros recuerdos la magna hospitalidad de México (hacia los españoles) en tiempos del presidente Lázaro Cárdenas?
Los mexicanos nos abrieron las puertas de su país hace siete décadas. Afablemente. En cambio nosotros, como bien apuntaba el domingo 18 de mayo Jordi Soler en El País -en su artículo La mala educación-, no les correspondemos ahora como se merecen. Nuestro trato hacia ellos dista mucho del bonito gesto que tuvieron entonces con nosotros, hasta el punto de que, hoy, “todo mexicano que venga, no a quedarse, sino a pasear a España, tiene que someterse a un control nada cortés en el aeropuerto de Barajas o en el de El Prat; un control en el que un oficial le exigirá que enseñe el billete de vuelta, una cantidad mínima de 57 euros por cada día de estancia, el comprobante de una reserva de hotel y, si se trata de un turista que viene a visitar a un familiar o amigo, es decir, que no se hospedará en un hotel, una carta de invitación que previamente ese sufrido familiar o amigo habrá tenido que ir a tramitar a la comisaría de su barrio”. Así nos lo recordaba el escritor mexicano hace apenas un par de semanas en la edición impresa de El País. Y lo que es peor, así pagamos los favores a los que un día fueron comprensivos con nosotros. Con mano dura.
Europa tiene enfilados a los sin papeles como tú, Zulema. Pero confía en la bondad humana, donde quiera que estés.
Se lució el Gobierno de Italia en su primer consejo de ministros al plantear que la inmigración ilegal sería constitutiva de delito en territorio italiano. Suerte que posteriormente Berlusconi reculó en su intención. El que presentara a nuestro presidente en la última cumbre de la FAO, celebrada en Roma, como “José Manuel Zapatero”, ha reconsiderado la decisión tomada en Nápoles y ha señalado que la inmigración ilegal sólo será un agravante en caso de comisión de delito.
Brilla también Sarkozy con sus “contratos de integración”. Atónito me deja con su pretensión de que los inmigrantes deban conocer la lengua del lugar en el que desean residir. Espero que su plan no prospere en la presidencia francesa de la Unión Europea, que arranca el mes que viene. Si no, la lengua dejaría de ser algo libre y pasaría a ser una imposición externa. Pura burocracia o antítesis de lo natural. Bien podría pintar Paul Sarkozy, padre del presidente francés, la nula necesidad de la propuesta de su hijo. En compañía, cómo no, de su amigo Werner Hornung. Te hablaré de las obras del suegro de Carla Bruni, nuevo pintor “surrealista”, si es cierto que dentro de pocos días las exponen en la Casa de Vacas del Retiro.
Perplejo me dejó asimismo la iniciativa de UDC-SVP, partido suizo de la derecha nacionalista que pretendía que fueran los vecinos de un extranjero los que dieran el visto bueno a su obtención de nacionalidad. Suerte también que el pasado 1 de junio Suiza rechazó en referéndum tan injusta propuesta. Sólo faltaba que prosperase en una sociedad en la que el 24% de la población es extranjera; en un país en el que el 60% de los niños que juegan al fútbol tienen sangre de inmigrantes; en una nación que cuenta con una selección de balompié sostenida, en buena medida, por la habilidad, fuerza y sudor de sus componentes extranjeros.
Críticas políticas, protestas por las calles de Nápoles y asociaciones gitanas manifestándose frente a la embajada de Italia en España. Así están, en definitiva, las cosas por Europa: gente demandando que se respeten los derechos humanos de los que no tienen papeles. Y, mientras tanto, más futuros sufridores. Recordemos que el pasado 1 de junio la embarcación de Salvamento Marítimo Punta Salinas interceptó en el Sur de Tenerife un cayuco con 80 indocumentados. Otros 34 sin papeles más fueron detenidos también el mismo día en Roquetas del Mar, Almería.
Si el límite de retención de inmigrantes ilegales en España, actualmente de 40 días, aumenta a 60: ¿los centros de internamiento estarán adecuadamente preparados para tanto advenedizo? Me temo que no.
Por otro lado, he de señalar que de poco servirán los 500 millones de euros que nuestro gobierno se ha comprometido a entregar en los próximos cuatro años a programas destinados a combatir el hambre en el mundo. El problema seguirá estando ahí mientras no se revisen con profundidad las políticas neoliberales desarrolladas durante las tres últimas décadas en el mercado mundial. Mas, mientras una sola persona se salve de la muerte o de la emigración forzosa en busca de alimento, la iniciativa, desde mi punto de vista, será absolutamente satisfactoria.
Para terminar mi carta, Zule, permíteme decirte que daremos un paso adelante en el problema de la inmigración ilegal cuando hagamos realidad un verdadero diálogo entre naciones.
Según Ana Planet, investigadora y Profesora del Departamento de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid, un diálogo es fructífero cuando se cumplen tres principios fundamentales: suspensión de juicios, “propiocepción” del pensamiento y participación colectiva. Así lo recalcó el pasado 7 de junio en una conferencia en Leganés que, desarrollada bajo el II Encuentro Cultural Onda de Madrid, llevaba por título El Diálogo y El Pluralismo Cultural.
Planet señaló que todo diálogo debe tener un interés común por parte de los sujetos dialogantes. En el caso de los que puedan darse en nuestro país entre musulmanes y cristianos -y, por extensión, entre otro tipo de creyentes-, el interés común, según la doctora Planet, no ha de ser un intercambio de opiniones o imposición de creencias, sino “la construcción de una sociedad en la que todos tengamos cabida… una sociedad en la que la creencia religiosa sea un elemento suficientemente importante, un elemento suficientemente respetado y valorado, para que nadie tenga que sufrir una discriminación por su creencia religiosa”.
Si extrapolamos las declaraciones de Ana Planet al tema que nos ocupa, hallaremos la clave para no tener que recurrir al blindaje que, en su amor a lo ajeno, Europa está protagonizando. El quid de nuestras reflexiones debe recaer sobre la definición del interés común. Y ese interés común, querida Zule, ha de ser la defensa de la dignidad humana.
Se acuerda mucho de ti, Javier de Matrice
P.D. Espero que no recaigas en la prostitución.