lunes, 25 de agosto de 2008

DESESPERADO FINAL

Llego a la plaza de mi pueblo y no veo nada más que coches. Típico en esta época de fiestas veraniegas. Pero el tráfico siempre fluye y hoy no. Al fin lo entiendo: hay una boda. Se junta todo. Aire fresco y puro, sí señor. No deberían permitir que la gente se casase en verano. Para que la novia luzca su traje de perifollos parece que hay que pasar por el grill a todo un pueblo. Doy por hecho, pues, que el calor nos hace ponernos de acuerdo. Citas nupciales, “operaciones salida” y verbenas. El “tres en uno” de agosto. Eso sí que es huir de vacíos en nuestra agenda. Aunque suene funesto y frío, resulta evidente que no hay que rebuscar mucho para contextualizar tanto accidente automovilístico. En ésas andaba yo abstraído. Mientras cruzaba a pie los portales de una antigua posada- sintiéndome afortunado durante unos segundos de no tener un volante entre mis manos- sólo venían a mi mente cifras y datos que a todo caviloso le gustaría olvidar: 21 personas muertas en las carreteras españolas durante el puente de agosto, tres más que las contabilizadas el pasado año. Y alrededor de cien personas encarceladas desde que hace poco más de un semestre entrase en vigor la reforma del Código Penal en lo que a delitos de seguridad vial se refiere. Merecida recompensa. Pero escasa concienciación. Precisamente parecida a aquella que necesitaba para creer que lo que acababa de ver frente a la parroquia no era ficción: ¡el coche de la novia estaba empapelado con post- it de colores! Original manera de no llegar a la iglesia con un mercedes o un BMW. O sobre un carro de caballos. Quizás el automóvil era de lo más humilde y vieron en ésta la manera de invertir más dinero en los sucedáneos del caviar con el que posteriormente festejarían su compromiso. Pero el coche, lejos de provocarme una sonrisa duradera, me entristeció profundamente en cuestión de medio minuto. Me recordaba al MD-82 que el pasado 20 de agosto se estrelló en Barajas. No porque posiblemente hubiera tantos papelillos como fallecidos en el accidente aéreo -casi seguro que había más de 153-, sino porque debajo de tanto colorido había algo oscuro. Algo que todavía está por resolver. Pero me consolé al pensar que el tiempo me daría la respuesta. Ya vería al novio cualquier día conduciendo su misterioso coche por la extensa llanura de mi querido pueblo manchego. No era necesario que desesperase y arrancase en un arrebato de curiosidad lo que con tanto esfuerzo habían trabajado otros. En tiempos de crisis -me decía a mí mismo- no es recomendable perder los nervios. Debía dejarme guiar por mi cordura, pues las aspaventeras suegras podían perfectamente calentarme aún más con esos bolsos que tan poco se alejaban de la discreción aconsejada en las bodas. Por aquello de no eclipsar a la novia, me refiero. Lo mismo opino ahora, sentado en mi estudio con el aire acondicionado refrescando mis esperanzas certeras de alumbramiento causal. Ratifico el buen juicio de Gustavo Barba Román, miembro del Comité de Expertos de la Dirección General de Aviación Civil e Investigador de Accidentes, al subrayar que “la focalización en la búsqueda rápida de culpables desacredita y debilita más aún la credibilidad en la seguridad del sistema de transporte aéreo. Por tanto, las únicas actuaciones consistentes y creíbles son aquellas que están respaldadas por todos los actores del sistema de transporte aéreo, y cuyos pilares están basados en el conocimiento y honestidad de sus representantes”. Así se pronunciaba el experto en accidentes en un artículo publicado en El País el pasado viernes 22 de agosto: Una investigación exhaustiva. Buen texto. Mientras tanto, sólo nos queda transmitirles a los heridos y familiares de las víctimas lo que probablemente escribiría algún invitado a la boda de mi paisano en uno de los papelitos adheridos a la carrocería: “Aquí nos tenéis para lo que necesitéis”. Javier de Matrice.

domingo, 17 de agosto de 2008

MAMMA MIA

Poco le importaba a Carmelo que ninguno de sus tres amigos se ofreciesen a ver con él Mamma Mia. A Tony le dolia la boca de decirle que El caballero oscuro tenía muy buena crítica. Que llevaba cuatro semanas consecutivas siendo número uno en la taquilla de EEUU, algo que no ocurría desde hacía casi cinco años. Pero Melo, que así es como le llamaban desde muy pequeño en su pandilla, decidió que la cinta de Christopher Nolan podía esperar una semana más. Aunque ese miércoles tuviese que estar con ajenos como compañeros de butaca. Ya había visto en Madrid el musical de ABBA y no estaba dispuesto a perderse la adaptación a la gran pantalla de una obra que había sido admirada por más de treinta millones de personas en 160 ciudades de todo el mundo. Y que había sido traducida a ocho idiomas. Ahora llegaba a los cines de la mano de los responsables de su éxito en Broadway y, para colmo, tenía como protagonista a Meryl Streep, ganadora de dos oscar por Kramer contra Kramer y La decisión de Sofía. No podia perdérsela. Ya había visto algunas películas de la actriz y le habían encantado, sobre todo Los puentes de Madison, Las Horas o El diablo viste de Prada. No le importaba que sus amigos le mirasen raro por entrar solo al cine. A ellos les gustaba comentar por lo bajo la película mientras bebían cola. O echarse unas risas a coro. Pero Melo estaba acostumbrado a ir solo a casi todos los estrenos. A sus 16 años, no había primer pase que se escapase de aguda mirada. Era un cinéfilo. Y desde bien pequeño. De hecho, su padre todavía le llamaba Totó. Como el protagonista de Cinema Paradiso. Si, de canijo, proyectaban una secuencia de imágenes, fuera donde fuese, allí se presentaba de la mano de Luis, su padre. Es muy probable que las películas supliesen el cariño que le hubiera dado Carmen, su madre, si viviese, pues Melo era huérfano. Carmen murio cuando él tenía dos añitos. Por eso sólo recordaba de ella las nanas que le cantaba. Nanas que, según Luis, eran el origen de de su amor hacia los musicales. Fuesen en cine o sobre las tablas. Había visto en cinta Oklahoma, Sonrisas y lágrimas, Jesucristo Superstar y Grease. También habían pasado por delante de sus melosos ojos películas más recientes como Chicago, El fantasma de la ópera o Sweeney Tood. Cuando Melo entró en la sala 9 había ya mucha gente sentada viendo los acosadores -y a la vez apetitosos- trailers. El joven tomó su butaca y enseguida comenzó a esperar el inicio de lo que para él era un filme de Perseo. No tanto por la frugalidad de sus meteoros, sino más bien por el brillo de sus estrellas. Le entusiasmaba la idea de que una película musical reuniese a actores como Pierce Brosnam, Colin Firth, Meryl Strepp o Julie Walters. Se moría de ganas por oír cantar al ex agente 007 o a Mr. Darcy, el eterno objeto de amor de Bridget Jones. Lo único que temía era no poder seguir todas las letras de ABBA. No se las sabía al dedillo. Sólo las más conocidas. El resto era capaz de tatarearlas y acertar algún estribillo que otro. Pero no le preocupaba en extremo. A pesar de que el grupo sueco siguiera vendiendo tres millones de copias al año en todo el mundo, todavía había mucha gente que no se las sabía. Tres ejemplos eran sus amigos, que se encontrarían ya en la sala de al lado viendo sobre la pantalla blanca al desafortunado y excelente actor Heath Ledger. Incluso los actores principales de Mamma Mia se inclinaban más –en su momento- por otro tipo de música: Neil Young, Tom Waits o The Doors. Pero el filme empezó y parecía él mismo el compositor de las letras. Podía incluso seguir mediante los subtítulos el significado de las canciones. “Nada como la versión original de los temas musicales”, decía siempre su padre. Disfrutó como un niño con Honey, Honey, I have a dream, Mamma Mia y Chiquitita. Pero sobre todo con The winner takes it all y Dancing Queen. Simpática puesta en escena y estupendo trabajo de coros. Tan embobado estaba Melo cantando, con una perpetua sonrisa en la boca, que las cerca de dos horas que duraba la película se le hicieron cortas. El final le encantó. Jamás esperaba nada igual. Al salir del cine se pidió una fanta y se sentó en un banco a esperar a sus amigos. Todavía no les veía. Seguirían viendo la película o estarían en el servicio. Sentado, Carmelo recordaba las escenas de baile. “Ojala pudiese ser yo uno de los protagonistas”, se decía a sí mismo. Aunque había quienes consideraban que la fotografía de la película era hortera, a Melo le encantó. Vistas acogedoras y luminosas, colores primarios, playas paradisíacas, casas encaladas y flores prácticamente en cada rincón. Ideal para una comedia que se desarrolla en una isla griega. Como anillo al dedo para unas canciones tan animadas que sirven de embalaje a una entretenida boda. Compartía el joven la opinión de Joe Morgenstern, del Wall Street Journal. Era una película “agradable, provechosa y, ante todo, bailable”. Por otra parte, exageradas le parecían las criticas de A. O. Scott, del diario The New York Times, y de Melanie Reid, del periódico The Times. El primero aconsejaba no tener miedo a la película. “Se puede disfrutar un buen rato y luego reconocer lo mala que es”, decia Scott. La segunda, en cambio, decia que “Shakespeare, Joyce, Dickens y Puccini la aplaudirían”. “Ni tanto ni tan calvo”, pensaba Melo. “Es una película cuidadosamente trabajada que cuenta con la bendición de grandes temas del pop mundial. O lo que es mas importante: un paso más en el empuje que necesitan los musicales en todo el mundo, sobre todo en España”, decía ya medio susurrando el hijo de Luis al avistar a sus amigos. Esa tarde los cuatro llegaron contentos a sus casas. Pero Carmelo fue el único que subió bailando los peldaños de sus escaleras. Javier de Matrice.

domingo, 10 de agosto de 2008

PEQUEÑO PASO

Agostos pekineses en la playa. Pero no por el tránsito de turistas chinos. Muy poco común en nuestras costas, todo hay que decirlo. Más bien por la presencia de deportistas sexuales de élite. De marchosos olímpicos que, cuando la luna impone su ley, hacen de la orilla del mar una conejera apetitosa para vouyeures. Alfombras de tinte humano que, aunque con lagunas de arena fina, en mucho se parecen a las tejidas por los cangrejos en sus ya conocidos rituales de apareamiento. No digo nada extraño. Quién no ha oído hablar de los amores de verano y del cénit de la noche sobre látex de rocas y algas. Qué canción de verano no hace referencia a cruces de pasiones o a momentos de triunfante seducción. Todavía recuerdo la letra de un tema promocionado por la ONCE durante el estío de hace cuatro años: “Estaba en el agua dándome un bañito,/ debajo del biquini,/ debajo del biquini,/ sentí un picorcito./ Le dije al socorrista/ qué podía ser/ sentir un picorcito/ sentir un picorcito,/ me enamoré de él. /Me pica la pierna./ Me pica el ombligo./ Me pica la cabeza, / quiero estar contigo/ Me pican los labios./ Me pica el corazón./ Me pica la medusa, /medusa del amor/”. Canciones, ésta y otras similares, que juegan en definitiva con voces desafinadas y la inocencia y absurdo de sus composiciones con el mero fin de desatar la risa de “melófobos” y extasiados por el descanso. Pero en el fondo reflejan la realidad vacacional de adolescentes, veinteañeros y treintañeros. Y podría decir también cuarentones sin pillarme mucho los dedos. Desde paliduchos a tanoréxicos. De famélicos a vigoréxicos. Desde barbilampiños a osos y, como no, a mujeres barbudas, que todavía las hay. Sexo por doquier. Por cualquier barquichuela. Práctica saludable y muy humana. Pero al sacar de paseo a nuestras feromonas debemos hacerlo siempre con correa. Si no, nos sumaremos a los más de 33 millones de infectados en el mundo por el VIH. Se trata de prevención, eje fundamental de la recién celebrada XVII Conferencia Internacional del Sida, celebrada en Ciudad de México, y a la que asistió la número dos de nuestro gobierno, María Teresa Fernández de la Vega. Cierto es que en 2007 disminuyó el número de fallecidos por esta enfermedad desde el inicio de la pandemia. Pero sigue aumentando el número de infecciones, sobre todo entre los jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y 24 años. Según Thoraya Ahmed Obaid, directora ejecutiva del Fondo de Población de Naciones Unidas (en una entrevista para El País publicada el 5 de agosto), “de los 2, 7 millones de nuevas infecciones por el VIH en 2007, este grupo fue casi la mitad, el 45% de los casos”. No son de extrañar estos datos si previamente se revisa la primera encuesta realizada este año por el Injuve, que revela que un 30% de los jóvenes españoles de entre 15 y 29 años nunca ha usado preservativo en sus últimas relaciones. Dato alarmante. ¿confianza en la pareja sexual? ¿Otro coletazo del alcohol o de las drogas? ¿Auge de otros métodos anticonceptivos? ¿Falta de información? En cualquier caso, estas prácticas de riesgo han de ser autorreprochables, así como inadmisible también es -desde mi modo de pensar- el ejercicio de la objeción de conciencia por parte de farmacéuticos católicos a la hora de vender métodos contracepctivos. Todo un ejemplo por la salud. Una muestra más del poder cegador de la religión. Se trata de algo anecdótico. Pero hasta en lo mínimo debemos reivindicar nuestros derechos. Suerte que, por otra parte, las investigaciones en el campo de la lucha médica contra el virus van avanzando. Desde marzo se comercializa en nuestro país el raltegravir, el primer medicamento de una nueva familia de antirretrovirales que consigue reducir el VIH en un 90%. Mas, aunque funcionó en el 74 % de los pacientes con los que se probó, sólo se prescribe a pacientes con una carga viral elevada y que presentan resistencia a otros fármacos. Positivas son también algunas noticias que han nacido en el marco de la última celebración de la Conferencia Internacional del Sida. España ha anunciado que donará anualmente 10, 2 millones de euros a Onusida, pasando así a ser el sexto donante mundial contra esta pandemia, sólo por detrás de Estados Unidos, Reino Unido, Holanda, Suecia y Noruega. Del presupuesto español, tres millones se destinarán a financiar la investigación de la vacuna contra el VIH y 1,5 para microbicidas, cremas que protegerán al hombre y a la mujer del virus durante el coito. En la cumbre sobre el Virus de Inmunodeficiencia Humana también se han analizado las ventajas y desventajas de la circuncisión a la hora de prevenir la infección, y se ha revelado que podría haber una cura “funcional” para el sida en 2031. Lo ha hecho Anthony Fauci, director del Instituto de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE UU, que ha señalado que para esa fecha, que no es sino orientativa, habrá algún fármaco que, aunque no elimine completamente el virus del cuerpo, sí lo ocultará dentro de él. Pero el handicap es que sólo se podrá aplicar en primoinfecciones, es decir, en fases muy tempranas de la infección. De ahí la importancia del diagnóstico precoz. Cabe recordar que las pruebas de vih son gratuitas en los centros de salud públicos, anónimas incluso si nos las realizamos en determinados centros de nuestra comunidad (pinche aquí para conocerlos). Asimismo, algunas asociaciones como la Fundación Triángulo las vienen haciendo además con técnicas avanzadas (también son gratuitas y anónimas). Con tan sólo una muestra de saliva, el paciente obtiene los resultados en 20 minutos, con una fiabilidad de más del 99%. Prevención y cuidado son, por tanto, las mejores herramientas para evitar el virus o el desarrollo de la enfermedad. Aún debemos estar muy en alerta. Los avances son plausibles. Pero el seropositivo todavía sufre en gran medida los efectos secundarios de la medicación que ingiere, entre ellos la lipodistrofia (trastorno en el sistema de grasas, especialmente del rostro). Por no hablar de otro inconveniente peor: el estigma social de la enfermedad. Nuestra salud, en este sentido, sigue dependiendo de nosotros. Seamos responsables con nosotros mismos y solidarios con los afectados. Lo necesitan. Javier de Matrice.

domingo, 3 de agosto de 2008

SUÑÉ TE NECESITA

“A todos. Dicen que la música amansa a las fieras”. Así respondía Ainhoa Arteta en una entrevista para El País publicada el pasado 22 de junio cuando se le preguntaba el nombre del político al que cantaría un aria de amor. Original y conocida manera de definir a los que se encargan de gobernarnos. Pero no seré yo quien emplee el término fiera para referirme a Suñé, el concejal de Iniciativa per Catalunya en Torredembarra que hasta hace bien poco planteaba en su blog personal la posibilidad de que los catalanes apadrinasen niños extremeños como muestra añadida al cumplimiento del constitucionalizado principio de solidaridad entre regiones. Me desmarco del calificativo empleado por la soprano para referirme a la inoportuna propuesta del que fuera cabeza de lista por ICV en Tarragona en las legislativas del pasado mes de marzo. La razón: no me gusta hacer lo que no me agrada que me hagan. La posible ofensiva léxica se traduciría en un pago con la misma moneda. Y en estos momentos de crisis no estamos para derrochar monedas de euro. Por ello me referiré a Lluís Suñé, no como bestia de coliseos políticos, sino como aquel edil que nos puede recordar por tan tamaña irresponsabilidad a los unguiculados hámsters. A esos roedores domésticos que no calculan el riesgo cuando se precipitan al vacío desde el sofá de su dueño. También, cómo no, a los cangrejos. Al menos por su comportamiento pro solidaridad vía Extremadura needs you. Al igual que hace el decápodo, Suñé ha demostrado que primero hinca sus pinzas y luego recula. Sí, pide perdón. Reacción no sorprendente si se tiene en cuenta la respuesta de Iniciativa per Catalunya, el Gobierno extremeño y todo ciudadano sensato: reprobación. Rechazo por dar cabida en su página digital a un anuncio que propone apadrinar a un niño extremeño por 1.000 euros al mes, utilizando para ello la imagen de dos niños malvestidos. Uno de ellos sin ropa interior. Con los genitales al aire. El colmo de la irritabilidad. La mejor muestra de mentes nauseabundas. ¿Dónde quedan los derechos del niño? Recusación también por ofender la identidad y buena imagen del pueblo extremeño. Y asimismo inaceptable desde mi punto de vista por ironizar con algo tan serio como el apadrinamiento de gente necesitada. Por dañar indirectamente al que tiene la necesidad de proporcionar cariño y tender la mano al que precisa de ayuda. “El lamentable episodio protagonizado por el edil de Tarragona, Lluís Suñé, no resulta sólo humillante para Extremadura, sino más todavía para los catalanes que, en la inmensa mayoría, de ningún modo participamos de las ideas de esa caterva de la más reaccionaria ultraderecha xenófoba… disfrazada de izquierda progre, capaz de utilizar la imagen de unos inocentes críos paupérrimos al estilo de “los olvidados” buñuelescos, para promocionar su ideario independentista. Algo más que una simple micción fuera del gladiolo, todo un ejemplo de sensibilidad de alquitrán, muy al estilo de lo que se lleva en la tropa a la que pertenece ese personaje al que deberían obligar a salir por patas. Y no digo por piernas, que sería concederle una condición que no parece que le corresponda”, opinaba Jordi S. Berenguer, de Barcelona, en la sección Cartas del Lector del diario La razón (edición del pasado 2 de agosto). Aunque ambientada en México, bien es cierto que la película de Luis Buñuel recuerda por la penuria de sus personajes al cartel de la polémica campaña de "solidaridad". Perfectamente podrían ocupar el lugar de los niños retratados El Jaibo y Pedro, protagonistas de Los Olvidados. O las tres niñas que empapan su pan en agua en Tierra sin pan, también del director turolense. Pero la realidad se aleja de esta ficción publicitaria que ironiza con que el 8, 7% del PIB no es suficiente. Los extremeños, afortunadamente, no comen ratas como lo hacían algunos personajes “delibescos” en la Castilla profunda de los años 50. Y tampoco se orinan en sus manos para evitar que éstas se corten, tal como hacía Azarías (Paco Rabal) en la adaptación cinematográfica de Los Santos Inocentes, filme dirigido por Mario Camus. Ya podría haberse retratado, y sin mofa, a Lolita, de El hombre de arena (José Manuel González-Berbel), que más cerca se halla de la imagen de los niños extremeños: educados, limpios, atendidos y agradecidos. Como todos los españoles y, por ende, los habitantes de todas las comunidades autónomas, incluida, por supuesto, la catalana. Javier de Matrice.

SOBRE MÍ

SOBRE MÍ

EN TERCERA

Javier G. Cobo, nombre real de Javier de Matrice, nació en Madrid en 1982. Periodista digital y Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid (2000-2005), ha sido becario de realización en Telemadrid y ha trabajado como redactor/presentador en Localia Fuenlabrada Televisión (2006). Su experiencia en radio pasa por la redacción/locución de los Servicios Informativos de Radio Complutense -107,5 FM- (2000-2004) y por la realización de crónicas y cuñas puntuales para Cadena Ser Madrid Sur. Es también diplomado en Arte Dramático por Metrópolis c.e. , y ha sido dirigido en teatro por Tina Sainz (preproducción de Nuestra Ciudad, 2004), Pilar Vicente (La tienda de los horrores, 2009), P. Moraelche (Bésame, tonto, 2010), Javier Delgado (El enfermo imaginario, 2011), Patricia Chávarri (El Rey Sol, 2012) y Alfonso Gómez (¡Usted es Ortiz!, 2013). Es asimismo autor de Los calostros de la Gachosa (teatro breve). En televisión ha colaborado como actor en programas como Cyberclub, La Nuestra o Sucedió en Madrid (Telemadrid, 2005). Actuaciones en cine [cortometrajes]: Así fue (Julia Gangutia, 2013), Ni siquiera Descartes (Trinidad Sánchez y Daniel Lavín González, 2013), Nada sin mí (Rodrigo Delgado y Jorge Escudero, 2013) y Extraterrestres generosos (Trinidad Sánchez, 2013). Actuaciones en web series: Sayón (The Executioner), dirigida por George Karja (2013-2014).
Contacto: javierdematrice@gmail.com